miércoles, 1 de agosto de 2012

El alacrán crán crán... aaay te va picar

Cual mutante chafa de los X-Men o algún derivado, di un super salto en el tiempo. No es que no me pasaran cosas raras que compartir con ud, querido y olvidado lector, lo que sucede es que ya me conoce, bueno, no. El punto es que estoy de regreso, inspirada por todo el paracetamol que aun queda en mi organismo luego de tres días de estar empastillada. Le cuento, le cuento...

Resulta que el sábado en la noche, llegando de una piñata a la que fui con mi madre y hermana, me apoderé de mi lugar en el sillón para hacer mi tarea de la clase virtual, todo iba de maravilla hasta que apareció la advertencia de que la carga de la laptop estaba por terminarse así fue que al disponerme a conectar el cargador un alacrán asesino me atacó. Parece ser que no le agradó que lo aplastará con mi antebrazo al recargarme sobre él.

Fue toda una experiencia. Sentí el horrible piquete del mal y me entró pánico al ver cual fue la causa porque en esta casa han habido gatos, perros, grillos, conejos, chapulines, hormigas, arañas patonas, un nido de avispas, pero jamás de los jamases un animalito de estos. Era chiquito y maligno y murió aplastado bajo el zapato justiciero de mi madre, tan valiente ella que me ordenó buscará mi tarjeta del seguro para que fuéramos a que me administrarán un antídoto.

Me punzaba y ahí donde me había picado, se me puso como piel de gallina. Mi hermana sacó un boli del congelador para que me lo pusiera en el brazo y nos fuimos. En la clínica más cercana a la casa no había suero antialacrán así que nos mandaron al seguro, en el centro de la ciudad. Yo estaba que me moría del susto porque nunca en mi corta vida me había picado una de esas fregaderas. Llegamos al seguro, el doctor me tomó los datos y me preguntó que síntomas tenía y así, luego me mandó a sentarme con mi boli ya derretido a una de esas sillas azules donde esperan los enfermos, heridos y moribundos. A un lado de mí estaba un repartidor de pizza con un raspón en forma de corazón en la rodilla (entre otras cosas), algo que le pareció interesantísimo a la doctora de guardia por lo que no resistió la tentación de sacarle unas fotos.

Luego de unos minutos una enfermera me llamó para ponerme el suero; me apretó la muñeca con un guante y luego me picó una vena en el dorso de la mano para conectarme el catéter y el suero y eso. La verdad que se portó super amable y aunque si dolió un poco, no fue la experiencia dolorosa y sangrienta que me platicó mi madre cuando ella estuvo internada hace años y la enfermera que la atendió no pudo conectarle el suero ni a la primera, ni a la segunda, ni a la tercera, con el resultado de que la picoteó toda como si de un alfiletero se tratase.

Al final todo salió bien, me dieron pastillas para el dolor que según me duraría tres días, pero con tanto medicamento no lo sentí. 

Bueno, eso es todo por ahora, debo dormir pero mañana, lo prometo, mañana escribiré algo mejor. Debo celebrar este renacimiento compartiendo con ud., comprensible lector, mi basta sabiduría. Atenderé como se debe a este mosqueado y olvidado blog, aunque diga Juan que sea un desierto solitario, pero que es MÍ desierto solitario.

Cambio y fuera.