1er trauma amoroso

Tengo antojo de unos nachos y Renecito no pudo satisfacer ese antojo porque se quedó dormido y ya no fuimos al "mall" para platicar un rato, regresarle su libro y, claro, comer nachos. Ash.

Bueno, lo anterior no tiene nada que ver con el título, pero sentí un deseo incontrolable de denunciar a mi mejor amigo por no llevarme a pasear.

Jojo, decidí hablar de uno de mis traumas de secundaria, que son bastantes por cierto; todos debido a mi relativamente seria y tímida forma de ser cuando me veo rodeada de gente nueva y extraña, relativamente baja autoestima durante el primer año y medio que estuve ahí y, evidentemente, a la frikeza natural que emanaba y que atraía amistades igual de raras que yo.

Este trauma inicia como en diciembre de 2003, estaba yo en 1° de secundaria en la Técnica 3 y comenzaba a gustarme un tipo de mi taller (computación, jojo, aunque no nos enseñaron gran cosa). Pero ¡oooh, del destino!, yo no le gustaba ni tantito -supongo.

Y ps si, yo lo veía como la cosa más grande del universo porque era mi primer enamoramiento de puberta y me hacía miles de ilusiones en mi corazoncito de pollo. Recuerdo que era el más inteligente y de mejor promedio en su grupo, el mejor en el taller, dibujaba precioso y, a mis ojos, era muy guapo. Pfft.

Podría decir que nuestro trato fue casi nulo, pero aún así me gustaba. Estaba yo tan loca por él y cegada por el amor-de-meentiritas que se siente a los 13 años que le mande como 5 cartas con una amiga. Sobra decir que no tuve respuesta alguna y me di un estrelladón en la autoestima.

El me gustó CASI los tres años que duró mi educación secundaria, hasta que me fijé en un lindo pianista un año menor que yo y que por obra y gracia del espíritu santo SI me hizo caso y ps terminamos siendo novios, pero esa es otra historia que merece una entrada aparte.